de la ciudad
de Roma, en la península Itálica.
Población: 832 (2011)El
Vaticano, oficialmente Estado de la Ciudad del Vaticano, es una
ciudad-estado cuyo territorio consta de un enclave dentro
Superficie: 44 ha
Moneda: Euro
Himno nacional: Inno e Marcia Pontificale
Tiempo: 9 °C, viento SE a 10 km/h, 87% de humedad
Gobierno: Monarquía absoluta, Teocracia, Monarquía electiva
En la antigüedad, el territorio que conforma la actual Ciudad del
Vaticano, al oeste del río Tíber, era conocido como el Ager Vaticanus
(campos del vaticano). Algunos historiadores afirman que sus primeros
habitantes fueron integrantes de un antiguo pueblo etrusco llamado
Vaticum y de allí su nombre, otros que la palabra proviene del latín
vates (adivino), y que antiguamente existía una colina denominada
Vaticano en la que pululaban adivinadores y magos que presagiaban el
porvenir de transeúntes ocasionales.
Debido a la persecución de cristianos y la destrucción en Roma de
todos los escritos de la Iglesia llevadas a cabo por el emperador
Dioclesiano en el año 303, hoy quedan muy pocos rastros de la presencia
de los primeros cristianos en la zona.
El emperador Constantino el Grande (307-337) instauró la paz con la
Iglesia, permitiendo que el cristianismo saliera de la clandestinidad y
obtuviera un estatuto jurídico privilegiado, antes reservado a los
paganos.
En el siglo IV, al pie de la Colina Vaticana se comenzó a edificar lo
que luego sería la Basílica de San Pedro. Según testimonios
arqueológicos, allí fue enterrado el primer papa. Los pontífices
medievales compraron el territorio y luego se mandó construir un puente,
el Pons Aelius, para comunicarla con Roma.
Su arquitectura paisajística y edilicia fue desarrollada de acuerdo
al gusto de los papas de turno. Los pontífices pasaron a ser los
gobernantes de la ciudad de Roma y de las zonas circundantes.
En el año 756 este dominio fue oficialmente cedido al papa Esteban II
por Pipino el Breve, monarca de los francos, como agradecimiento por
haberlo nombrado rey. Sus posesiones se fueron ampliando a través de
donaciones, adquisiciones y conquistas y, de esta forma, los futuros
Estados Pontificios, legalmente establecidos por Carlomagno en el siglo
IX, llegaron a abarcar prácticamente toda la zona central de Italia.
En el año 847, el papa León IV ordenó levantar una gran muralla, de
nombre «Leonina», para defender al Vaticano de los ataques sarracenos.
Esta construcción transformó la zona de San Pedro en un recinto
amurallado. Protegía la gran Basílica y sus tesoros, las iglesias
menores, los monasterios, las casas del clero y de acogida de
peregrinos, los huertos de los residentes. Al mismo tiempo, convertía a
la ciudad en un distrito sui generis.
Durante el período 1309-77, los papas residieron primariamente en
Avignon, debido a las constantes disputas facciosas en Roma. Presionado
por Felipe IV de Francia, el papa Clemente V mudó la capital pontificia a
Avignon, que entonces pertenecía a los vasallos del papa y que en 1348
se convirtió en propiedad pontificia. Los siete papas del período fueron
franceses, así como 111 de los 134 cardenales.
Luego de que Gregorio XI restableciera la capital pontificia en Roma,
Clemente VII lideró a los cardenales que en 1378 declararon inválida la
elección de Urbano VI y fue electo antipapa en 1378, ocupando el trono
vacante en Avignon. Europa se dividió en el apoyo a ambos contendientes
y, en tanto Francia favoreció a Clemente, Inglaterra apoyó a Urbano, un
diferendo que continuaría en la Guerra de los Cien Años entre ambas
coronas (1337-1453) y abriría el período conocido como el «Gran Cisma»
(finalizado en 1417), en el que se sucedieron los nombramientos de
antipapas.
La mayor parte de las anexiones al territorio del Vaticano se
mantuvieron bajo poder del papado hasta 1797, año en que Napoleón
Bonaparte se apoderó de este territorio, creando la República Romana.
En 1801 el papa Pío VII recuperó parte de su poder, y en 1815 el
Congreso de Viena, tras la caída de Napoleón, restituyó casi todas las
antiguas posesiones al papado.
En 1869 se celebró el primer Concilio Vaticano en el que se decretó
el dogma de la infalibilidad del papa. Un año después, los Estados
Pontificios se disolvieron definitivamente cuando Víctor Manuel II los
anexó al reino unificado de Italia, incluida Roma. La jurisdicción del
papado quedó reducida al Vaticano, en el que cada uno de los sucesivos
pontífices permaneció como prisionero voluntario en protesta. Este
encierro voluntario continuó hasta 1929 cuando, en virtud del Tratado de
Letrán entre la Santa Sede y el Reino de Italia –gobernado entonces por
Benito Mussolini– se reconoció la soberanía y personalidad
jurídico-internacional del Estado de la Ciudad del Vaticano. Este estado
se constituyó como un ente distinto a la Santa Sede (el segundo es el
órgano de gobierno de la Iglesia Católica, y el primero el territorio
físico sobre el que se ejerce ese gobierno). Se logró así la
consolidación de la autoridad política del sumo pontífice.
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